Séneca pronunció una frase que, dos mil años después, sigue de actualidad: «Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía». La Justicia en España es lenta –diría más, irritablemente lenta– y urgen soluciones.
Sobre la mesa está modificar el número de partidos judiciales para concentrar los recursos existentes. España se divide en 431 partidos judiciales, una cifra similar a la que teníamos en el año 1812, y que resulta desproporcionada, más aún con el sistema actual de gestión de notificaciones implantado con LexNET y la posibilidad de celebrar actuaciones de forma telemática.
Por intereses políticos, la solución no es pacífica, así que otra opción sería mantener los juzgados de partidos pequeños, pero con menos competencias y avanzar por el camino de la especialización. Hacen falta más jueces, no más juzgados, y mayor especialización del Juzgador, que esperemos llegue con los futuros Tribunales de Instancia.
Una solución que lleva años proponiéndose es potenciar los medios alternativos de resolución de conflictos –medición y arbitraje– si bien no terminan de despegar.
Otra asignatura pendiente es una reforma legislativa valiente que permita establecer procedimientos más sencillos y racionales.
Quizá la solución definitiva venga de manos de la Inteligencia Artificial. Los algoritmos pueden ayudar a reducir la burocracia, realizando labores cotidianas y repetitivas. También pueden actuar como asistentes del Juzgador.
Varios países de América Latina llevan años avanzando en esta solución para agilizar la administración de Justicia. Les pongo por caso Colombia que cuenta con PRETORIA, un sistema de Inteligencia Artificial que busca mejorar el proceso de selección de tutelas en la Corte Constitucional. Este sistema puede clasificar las sentencias de tutela de los jueces de instancia, buscar información de interés en los expedientes para el proceso de selección, hacer resúmenes no narrativos sobre las categorías detectadas y generar información estadística sobre el uso de la tutela en el país.
Colombia también cuenta con SIARELIS (Sistema con bases de Inteligencia Artificial para la Resolución de Litigios Societarios) que se pone al servicio del Juzgador y de las partes para ayudarles a explorar soluciones en la resolución de conflictos en el ámbito societario.
Otro ejemplo de Inteligencia Artificial aplicada a la administración de Justicia es VICTOR. Este sistema, que se lanzó en el año 2018 para el Supremo Tribunal Federal de Brasil, permite analizar el texto de miles de recursos de apelación, señalando aquellos que cumplen el requisito de «repercusión general», clasificando los recursos por diferentes criterios: relevancia jurídica, política, social o económica. Este sistema también es capaz de ubicar documentos procesales en el acervo de la Corte.
Europea ha dado los primeros pasos en la senda de su aplicación con la aprobación de la Carta ética europea sobre el uso de la inteligencia artificial en los sistemas judiciales y su entorno, adoptada por la Comisión Europea para la Eficacia de la Justicia (CEPEJ) en diciembre del año 2018. El texto está dirigido a empresas que operan prestando servicios legales en el mercado de nuevas tecnologías y a los actores públicos responsables de su diseño y despliegue.
El uso de la Inteligencia Artificial en nuestro país no es algo extraño; de hecho, la Agencia Tributaria viene usando algoritmos en la lucha contra el fraude fiscal y los servicios de Inspección de Trabajo y Seguridad Social los emplean en labores de inspección. También se emplean los algoritmos en la lucha contra la violencia de género a través del Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Sistema VioGén).
En cuanto a la aplicación de la Inteligencia Artificial en la administración de Justicia, España parece mirar los toros desde la barrera, observando lo que hacen otros países, a la espera de encontrar una solución para nuestro sistema judicial, cuando en España lo que sobra es talento y capacidad para abanderar el cambio. Lo que falta es voluntad y valentía en la clase política, y para dar cuenta de ello, basta con examinar la Estrategia Española de I+D+I en Inteligencia Artificial presentada por el Gobierno de España en 2019.
La contribución de la Inteligencia Artificial en el campo del Derecho tiene un enorme potencial, si bien no debemos perder de vista que el empleo de algoritmos debe requerir la presencia del ser humano, de su lógica, sentido común y sensibilidad.
La Inteligencia Artificial será un valioso soporte para la labor del Juzgador, en una relación de colaboración que recién empieza, y que requiere de estudio, análisis y debate por parte del legislador, así como una profunda reflexión en términos de ética y de gobernanza; para ello hay que tener claro que la aplicación de los algoritmos debe estar orientada a que la tecnología sea inclusiva, que el sistema sea diseñado pensando en el usuario, en formato intuitivo y amigable y con un lenguaje comprensible y al alcance de todos.